“En el mar la vida es más sabrosa… en el mar te quiero mucho más…” Así dice la linda y poética canción de Carlos Argentino y la Sonora Matancera, que probablemente ha inspirado –e inspirará esta primavera– a muchas parejas que están planeando viajes de lunas de miel y cumpleaños de bodas  a emprender uno en el mar.

Así ha sido para mi esposo Humberto y yo, que hemos celebrado varios aniversarios de bodas en cruceros por nuestro mar, el Caribe, tan conveniente y bello con su vaivén de olas, horizontes sin fin y “traspatio” de lindas y románticas islas adornadas de soberbias playas, saltos de agua, bosques pluviales y otros encantos que son magnetos para los enamorados, recién casados y otras parejas que quieren celebrar sus años de felicidad matrimonial. En nuestro caso, como era un aniversario especial –¡52 años!—lo queríamos celebrar en un crucero bien romántico, y seleccionamos uno de 10 días zarpando de Miami en el Seven Seas Grandeur de la línea Regent Seven Seas Cruises, votada como una de las mejores líneas de cruceros de tamaño mediano por los lectores de la revista Travel & Leisure en 2023. Este crucero, inaugurado en noviembre como el sexto de la línea, nos llevaba a islas populares y otras menos transitadas. El barco al igual nos tentaba también con ambiente sosegado, preciosos diseños interiores de Studio Dado de Miami que lo transformaron en un gran cofre de tesoro flotante con cada salón una joya. Cuenta también con románticos restaurantes, platillos gourmet y otras múltiples facilidades para el romance a bordo.

El Seven Seas Grandeur tiene 55,500 toneladas de desplazamiento y capacidad para 746 pasajeros –en vez de más de 7,000 como algunos nuevos barcos–así que los recién casados y parejas no tienen que estar esperando en filas para el bufé u otras cosas. Tiene ambiente relajado y refinado, un magnífico spa, piscina y bañeras de hidroterapia, una colección multimillonaria de 1,600 obras de arte incluyendo varios Picassos y un precioso huevo de Fabergé, al igual que ocho soberbios restaurantes, entre otras facilidades –ideal para unas vacaciones románticas.

También de importancia para las parejas es el rasgo de inclusividad del crucero: las excursiones, restaurantes alternativos, vinos y bebidas, servicio de comidas a la cabina (en el Seven Seas Grandeur solamente hay suites y todas con terrazas), Wi-Fi, servicio de lavandería, propinas a la tripulación y más están incluidos en el precio del pasaje, así que las parejas saben lo que las vacaciones van a costar antes de salir y no tienen que preocuparse por cuánto va a costar si toman vinos con la cena (cada noche se ofrecen cervezas y un vino blanco y uno tinto gratuitos) y cerveza o vino con el almuerzo, ni tienen que estar firmando cuentas al terminar de comer.

Además de las amenidades a bordo del barco el itinerario del Seven Seas Grandeur también nos tentaba con románticos puertos caribeños incluyendo una isla privada y otra que es magneto para ricos y famosos.

En St. Barts, donde lo “chic” de la Riviera francesa y el frescor del Caribe se dan cita, y donde ricos y famosos como Jennifer López, Beyoncé, Michael Jordan, Jeff Bezos y su novia Lauren Sánchez entre otros vacacionan, nos sentimos como millonarios paseando por Gustavia, la capital de esta preciosa isla francesa con su puerto lleno de superyates. Tomamos una excursión gratis del barco en un semisumergible para ver su arrecife habitado por peces tropicales, tortugas y otra vida marina. Otra excursión incluida en St. Barts fue un paseo por sus villas con típicos techos de tejas rojas y el pueblo de Lorient con su bella playa, al igual que bahías en forma de media luna como en la playa de St. Jean frecuentada por los fanáticos del deporte de tabla. Otras excursiones gratis en Gustavia incluyen un paseo en velero y visitas a bellos centros vacacionales incluyendo almuerzo.

En la isla privada de Great Stirrup Cay, un sitio idílico en las Bahamas de la línea Norwegian Cruise Line, sociedad matriz de Regent Seven Seas Cruise Line, disfrutamos de un día delicioso. Nos paseamos por playas de aguas cristalinas y arenas blancas como el polvo facial disfrutando de lindos paisajes incluyendo la vista de un faro. Teníamos a nuestra disposición máscara y tubo para bucear, motos acuáticas, tirolinas, excursiones en canoa tipo kayak, columpios sobre el agua y otras diversiones gratis al igual que un rico almuerzo.

Una pareja en la isla privada de Great Stirrup Cay, un sitio idílico en las Bahamas.
Una pareja en la isla privada de Great Stirrup Cay, un sitio idílico en las Bahamas.FUENTE EXTERNA

Otros puertos románticos caribeños incluyeron Dominica y Antigua. En Roseau, Dominica, la llamada Isla de la Naturaleza del Caribe, tomamos una excursión incluida del crucero que nos llevó a varios puntos de interés en la isla incluyendo el mirador en la colina de Morne Bruce que ofrece una vista espectacular de la pintoresca ciudad de Roseau con su arquitectura moderna y colonial francesa; los jardines botánicos al pie de la colina con sus árboles y vegetación exótica y amazonas imperiales, una especie de cotorra endémica de la isla. Más belleza natural nos aguardaba en las gemelas cascadas del pueblo Trafalgar y en Trois Pitons, el primer parque nacional de Dominica y Patrimonio de la Humanidad de UNESCO por sus volcanes, fumarolas, manantiales termales y biodiversidad extraordinaria. Con un guía emprendimos una caminata por el bosque pluvial hasta llegar a la laguna Esmeralda en la jungla con su salto de agua de 40 pies de altura. Otras excursiones disponibles gratis incluian un paseo para avistar delfines y ballenas, y una visita a un spa con baños terapeúticos.

En St. John‘s, Antigua, los enamorados estaban de plácemes con 365 playas para escoger y arquitectura colonial que es ejemplo clásico del Caribe británico incluyendo la catedral de St. John’s, destruida por terremotos tres veces y vuelta a construir, la última vez en 1845.

De regreso al barco después de explorar los puertos disfrutamos de unas soberbias cenas. Entre nuestros restaurantes favoritos para una cena romántica a bordo se encuentra el Compass Rose, el comedor principal del barco, cuyo diseño interior, dando la impresión de ser un bosque cristalino, me recordó al estilo naturalístico adornado con formas de conchas, olas, plantas y otros acentos naturales del genio catalán Antoni Gaudí. Este restaurante es un verdadero palacio de delicias epicúreas que sirve especialidades internacionales como sopa de langosta, risotto de mariscos y pastel de manzanas vienés y ofrece a los comensales la oportunidad de diseñar su propia cena con una variada selección de carnes y mariscos para escoger incluyendo filete, costillas, camarones y langosta, al igual que una selección de salsas, incluyendo chimichurri y holandesa, y guarniciones incluyendo espárragos, papas, arroz y más. Los postres incluyen deliciosos soufflés, pasteles y helados. Se ofrecen platillos de spa y vegetarianos y todo servido en preciosa loza fina de Versace.

Otros restaurantes románticos incluyen Pacific Rim con especialidades asiáticas, Chartreuse (platillos franceses) y La Veranda (cocina italiana).

Tras días explorando en los puertos y disfrutando a bordo con actividades que incluyen clases de cocina, tés musicales, ratos en la piscina y el spa, y competencias de trivia disfrutamos de encantadoras noches con entretenimiento musical incluyendo espectáculos al estilo de Broadway después de las cenas, y entonces contentos nos retiramos a nuestra suite, muy cómoda con balcón privado, dormitorio con cama king size, sala de estar, amplio closet, baño con dos lavabos, lociones y jabones finos, batas de baño y zapatillas. ¡Era el sitio ideal para soñar con un regreso al romántico Caribe!

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